Vocación y comunidad: la Iglesia como asamblea de llamados

8 Feb, 2025

La vocación y la comunidad se exigen recíprocamente. Sin el “nosotros” que trasciende el “yo” de los intereses particulares, la Iglesia se fractura. San Agustín lo expresó claramente: «con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo».

Esta fue una de las claves de la ponencia de Eloy Bueno de la Fuente, sacerdote de la diócesis de Burgos y doctor en Teología Dogmática. Profesor en la Facultad de Teología del Norte de España (sede de Burgos), su trabajo teológico se ha centrado en la eclesiología, la misión y el diálogo interreligioso. En el Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy?, su intervención subrayó que la Iglesia no es solo un conjunto de ideas o estructuras, sino una comunidad viva que responde a la llamada de Dios.

La Iglesia existe como vocación

La Iglesia no es un ente abstracto, sino una realidad encarnada en comunidades concretas. Como nos recuerda 1 Pedro 2:5-9, somos «piedras vivas del templo que el Espíritu va edificando en el mundo». Desde el Bautismo, todos los fieles comparten la misma dignidad y corresponsabilidad en la misión de reconciliación, eliminando muros y construyendo comunión.

Por ello, hablar de una “Iglesia en salida” es redundante: si la Iglesia no está en salida, no es Iglesia. El cuerpo del bautizado es el espacio donde la Iglesia se expande y actúa.

Sacerdocio bautismal y ministerial: dos dimensiones complementarias

El sacerdocio bautismal y el ordenado no compiten, sino que se alimentan recíprocamente. Mientras el bautismal se sitúa en el orden de los fines, el ministerial está en el orden de los medios. Es decir, el sacerdocio ordenado existe para que el bautismal se despliegue en plenitud.

La Iglesia no surge por motivos psicológicos o sociológicos: es una asamblea de llamados. Por ello, el discernimiento vocacional no es solo una cuestión personal, sino un proceso comunitario. Cuando la comunidad eclesial discierne, facilita y anima el discernimiento personal.

Todo es de todos, pero no todos pueden hacerlo todo

La vocación no es una cuestión de preferencias personales, sino de misión. Algunos, en nombre de todos y al servicio de todos, asumen tareas específicas. La pastoral vocacional no es un añadido a la pastoral, sino su esencia. Toda pastoral es vocacional en su raíz.

Si queremos ayudar a los jóvenes a descubrir su vocación, debemos crear comunidades donde el discernimiento sea una práctica cotidiana. La Iglesia no es una idea, sino un pueblo que escucha, discierne y responde a la llamada de Dios.

Javier Martinho / Fray Alfonso Dávila, OAR.