El Congreso de Vocaciones “¿Para quién soy?” se inauguró este viernes en el pabellón Madrid Arena, congregando a más de 3.000 participantes de diversas diócesis, congregaciones y movimientos de toda España. El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, dio la bienvenida a los asistentes, enfatizando la importancia de plantearse las preguntas adecuadas en la vida. Destacó que :“nada es lo bastante obvio como para que no merezca la pena ser interrogado” y alertó sobre una “grieta peligrosa” en nuestra época: la falta de preguntas. Señaló que el empeño en construir una personalidad online resta tiempo para la reflexión personal, lo que puede llevar a perder nuestra identidad real si no nos cuestionamos a nosotros mismos.
“Nada es lo bastante obvio como para que no merezca la pena ser interrogado”
El cardenal subrayó la necesidad de “despertar” las preguntas fundamentales en el corazón, para reconocernos como creados y amados por Dios desde siempre. Recordó que Jesús nos reveló la verdad sobre Dios y sobre el hombre, dejándonos pistas para pasar de una cultura de autonomía radical a una de encuentro con Dios y con los demás. Enfatizó la importancia de sentarse con otros y escuchar, como medio para superar la separación entre la fe y la vida diaria, que puede impedirnos reconocer nuestra vocación bautismal en nuestra vida y profesión.
El arzobispo también destacó que Dios se encarna y nos propone una relación personal que nos lleva a encontrarnos con los demás y con la creación. Aludiendo a la pregunta “Maestro, ¿dónde vives?”, indicó que la respuesta nos lleva a la experiencia de “ven y sígueme”, una entrega llena de sorpresas que nos permite descubrir que Él hace nuevas todas las cosas. Afirmó que nuestra vida tiene futuro y sentido porque depende de la llamada de Dios.
Además, recordó que no solo somos llamados, sino “co-llamados” en la asamblea de llamados que es la Iglesia, donde nuestra vocación bautismal se despliega en diversas formas. Señaló que responder a esta llamada nos da alas para vivir más arraigados y ejercer nuestra libertad. Todas las vocaciones deben ser presentadas, cuidadas y formadas, ya que componen el Cuerpo de Cristo. La vocación, explicó, no es una predisposición ni una opción que elegimos, sino una llamada de alguien que nos elige a nosotros. El Espíritu Santo nos guía hacia lo que somos llamados a ser.
Finalmente, el cardenal Cobo instó a la comunidad a crear un ambiente donde todos se sientan valorados y acompañados en su camino vocacional. Animó a ayudar a los jóvenes a descubrir que son vocación, enfocándose no en quiénes son, sino para quiénes son. Concluyó con una invitación a que, desde este congreso en Madrid, nos encaminemos al cielo, pero siempre con los pies en la tierra, cimentando nuestra vida en el bautismo y escuchándonos mutuamente.
Natalia Cuesta / Fray Alfonso Dávila, OAR.