La Carta Pastoral del curso 2024-2025 del cardenal José Cobo Cano lanza un mensaje directo a los jóvenes para que se involucren en la misión de la Iglesia. El lema de este año es “Bautizados para ser peregrinos de esperanza”, y busca que todos, especialmente los jóvenes, entendamos que ser cristianos es más que seguir reglas: es vivir con esperanza y compartirla con quienes más lo necesitan.
Este curso tiene tres puntos clave: el acompañamiento al proceso sinodal, la celebración del Año Jubilar y la reflexión sobre el papel de los laicos, es decir, todos nosotros que no somos sacerdotes, pero que igualmente somos responsables de llevar a cabo la misión de la Iglesia. El Año Jubilar, bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”, nos invita a pensar en la esperanza como algo fundamental en nuestras vidas. Es la actitud que nos impulsa a seguir adelante, especialmente en un mundo lleno de incertidumbre y dificultades.
En esta carta, también se habla de los grandes desafíos de nuestro tiempo. El Papa Francisco ha dicho que estamos viviendo un “cambio de época”, un momento histórico donde el mundo está cambiando a nivel cultural y social. Para enfrentar estos cambios, necesitamos convertirnos continuamente, es decir, cambiar nuestra forma de pensar y actuar para adaptarnos a lo que el Espíritu Santo nos pide hoy. También se nos invita a fortalecer nuestras comunidades, para que estas sean un lugar de esperanza y luz para los demás.
Un tema importante que resalta el Cardenal son las actitudes que nos frenan, como el individualismo, que nos lleva a pensar solo en nosotros mismos, o la autorreferencialidad, que es cuando nos centramos en nuestros problemas y olvidamos mirar al mundo y a los demás. También menciona el pesimismo, que nos hace ver el futuro con miedo y desánimo, y la superficialidad espiritual, cuando vivimos la fe de forma rutinaria, sin darle importancia a la comunidad ni a nuestro crecimiento personal.
El mensaje central es que necesitamos volver a lo esencial: nuestro bautismo. Esto no es solo un acto que pasó cuando éramos niños; es el fundamento de nuestra identidad cristiana. A través del bautismo, todos estamos llamados a participar en la misión de la Iglesia, y no podemos olvidar que somos parte de algo más grande que nosotros mismos.
El Cardenal nos invita a ser misioneros, a vivir el Evangelio con alegría y a contagiar esa esperanza a quienes nos rodean. Nos anima a que no tengamos miedo al cambio, sino que lo veamos como una oportunidad para crecer y ayudar a los demás. Además, nos recuerda que el próximo Año Jubilar, en 2025, es una oportunidad única para renovar nuestra fe y conectarnos más profundamente con Dios.
En resumen, este curso es una oportunidad para que los jóvenes seamos agentes de cambio en el mundo, construyendo comunidades más justas, solidarias y llenas de esperanza.
Reflexión sobre el laicado:
El anexo de la carta pastoral reflexiona sobre el papel del laicado en la Iglesia. Subraya que, en el siglo XXI, los laicos tienen un rol clave en la misión eclesial, especialmente en un contexto donde la Iglesia se está reduciendo en Occidente. Los laicos, configurados con Cristo por el bautismo, participan plenamente en su triple misión de sacerdote, profeta y rey. La sinodalidad, o caminar juntos, es crucial para superar divisiones entre clérigos y laicos, y fomentar una Iglesia más participativa, donde todos colaboren en la misión, tanto dentro como fuera de la comunidad.