El Congreso de Vocaciones ha sido un espacio de encuentro para reflexionar sobre la pregunta central de la vida cristiana: ”¿Para quién soy?”. En este contexto, en uno de los más de 100 Talleres de Experiencias y Testimonios (TET) pudimos reencontrarnos con nuestro verano en Taizé.
Taizé: un lugar de unión en la sencillez y la misericordia
Taizé no es solo un lugar en Francia; es un destino espiritual y una comunidad que acoge a miles de jóvenes cada año, invitándolos a vivir desde la alegría, la sencillez y la misericordia. Fundada por el hermano Roger en 1940, la comunidad de Taizé se ha convertido en un símbolo de reconciliación y unidad entre cristianos de distintas confesiones. Su espiritualidad, basada en la oración meditativa y el silencio, abre el corazón a la escucha de Dios y ayuda a discernir el camino de cada persona.
Santiago Tedeschi: Taizé como destino familiar y discernimiento vocacional
Para Santiago, periodista , Taizé no es solo un sitio, sino un hogar. Desde la primera vez que llegó, el sonido de las campanas y la vida sencilla de la comunidad le hicieron sentir que era parte de algo mayor.
En la colina de Taizé, descubrió su vocación profesional y espiritual, encontrando en la comunicación de la fe un camino para servir a los demás. Actualmente, su trabajo junto al cardenal José Cobo es para él un regalo, donde pone en práctica todo lo aprendido en Taizé: vivir desde la confianza y el servicio.
Javier Sánchez: de una tarea sencilla a un compromiso eclesial
La historia de Javier comenzó en su parroquia de Moratalaz, en Madrid, donde escuchó hablar de Taizé por primera vez. En 2009, decidió viajar y experimentar la vida comunitaria en la colina. Su primera tarea fue limpiar, y aunque al principio no la disfrutó, descubrió el valor del servicio hecho con amor.
Desde la primera oración en la iglesia de Taizé, se sintió acogido y acompañado. Al regresar a Madrid, fue invitado a organizar una oración mensual al estilo de Taizé, lo que le llevó a comprometerse más con su diócesis y su parroquia. Para él, Taizé fue clave en su discernimiento vocacional y en su camino de fe.
El icono de la amistad y la vocación en comunidad
El símbolo de este taller, fue el ícono de la amistad, representa el camino vocacional como un recorrido que se hace acompañado. La experiencia de Santiago y Javier nos recuerda que nadie discierne solo: la vocación se descubre en la comunidad, en la oración y en el servicio.
Como ellos, muchos jóvenes han encontrado en Taizé un espacio de discernimiento y un impulso para vivir su fe con mayor profundidad. Porque descubrir la vocación no es solo preguntarse “¿quién soy?”, sino “¿para quién soy?”.
Fray Alfonso J. Dávila, OAR.